Tim Burton: «La palabra ''normal'' me aterra»

2022-10-08 20:52:31 By : Mr. curry zhang

Sombrero de ala ancha, vaquero, camisa y chaqueta negros. De esta guisa se presentó Tim Burton (Burbank, California, 64 años) en el Espacio Ibercaja Delicias que la entidad tiene junto al Museo del Ferrocarril en Madrid. El cineasta detrás de películas como Ed Wood (1994) o Mars Attacks! (1996) se dejaba caer en la capital para dar los últimos retoques a El laberinto, exposición inmersiva que abrió sus puertas esta semana e introduce al visitante en la «caótica mente» —lo dijo él mismo— del creador.

Divertido y muy animado, Burton dejó claro que aunque sean la oscuridad y lo siniestro lo que más le interesan, él es capaz de mirar con otros ojos. «Para mí, mis películas son casi terapéuticas», explica entre risas. «Cuando hago una película o un dibujo, estoy trabajando parte de esos problemas —continúa— y si consigo tener ese impacto en algún espectador, es fantástico». Pone como ejemplo el desarrollo de su cuarto largometraje, Eduardo Manostijeras (1990). «Es un personaje que creé basado en cómo me sentía yo cuando era adolescente», admite. Cuando de joven el director veía películas como Frankenstein se identificaba más con aquellos seres rechazados por la sociedad. «A mí me enamoran los monstruos, conecto muchísimo con ellos, y me parece que la luz y la oscuridad no son necesariamente excluyentes, al igual que el monstruo y la ternura o el romanticismo», afirma. Por eso, dice, «la palabra normal me aterra. ¡Mis grandes pesadillas creciendo iban sobre mis padres o el colegio!», justifica con ímpetu.

Precisamente, fue en aquella época cuando comenzó a dibujar, un hábito al que el cineasta se entrega todos los días —es fácil verlo sentado a la mesa de un restaurante con una libreta al lado de los cubiertos—. De muchos de esos dibujos, han partido obras maravillosas como La novia cadáver (2005) o Frankenweenie (2012), pero Burton no siempre fue admirado por su obra plástica. «Es curioso porque yo creo que la mayoría de los niños dibuja, pero a veces creces y tienes a un profesor que te dice que no dibujas muy bien. Yo, de alguna manera, me resistí a esas críticas. Creo que es importante guiarse por lo que uno disfruta y no por la opinión que tienen los demás de lo que uno hace. Si no hay un disfrute en lo que haces es muy difícil llegar a nada», dice convencido.

Precursor, junto a Richard Donner y su excelente Superman (1978), de la traslación a la gran pantalla de superhéroes con Batman (1989) y Batman vuelve (1992), Burton se echa a reír cuando se lo recuerdan porque los ejecutivos del estudio no hacían más que repetirle que sus películas «eran demasiado oscuras». «Tiene gracia porque ahora son casi cuentos de hadas al lado de las actuales, en las que parece que ninguna es lo suficientemente oscura», afirma. Curiosamente, el Batman de Burton, encarnado por Michael Keaton, iba a regresar a la vida en la fallida Batgirl, que finalmente Warner canceló. El director, que volverá a trabajar con el actor en la segunda parte de Bitelchús, desvela que había una broma recurrente en el set de rodaje de los 80: «Decíamos que dentro de cuarenta años Michael se disfrazaría de Batman pero porque le contratarían para inaugurar centros comerciales o para animar fiestas de cumpleaños. ¡Y no, está interpretando a Batman otra vez!».

Incapaz de quedarse con solo una de sus películas —«todas forman parte de mí, las buenas y las malas, son como mis hijos, los quieres igual aunque algunos sean más feos que otros», argumenta—, el director de Alicia en el país de las maravillas sostiene que las redes sociales le dan «miedo». «No me gustan nada. Me preocupan muchísimo en general y, especialmente, por mis hijos. De alguna manera, te impiden ver las cosas desde un punto de vista fresco», asegura. Por eso, afirma estar contento de «no haber nacido en esta época y de haber podido ir a ver una película cuando era pequeño» sin saberlo todo de la misma. Está claro que los tiempos cambian. De hecho, Burton acaba de trabajar por vez primera para una plataforma.

Miércoles, la serie que ha facturado tomando al personaje de La familia Adams como protagonista, se estrenará el 23 de noviembre en Netflix. «Es la primera vez que trabajo en algo así», afirma. «Hace años sí que tenía la sensación de que la industria de Hollywood estaba cambiando tanto que ya no se iban a hacer más películas y que todo iba a ser por ‘streaming’, pero ahora mi perspectiva es más positiva que entonces. A mí me da la sensación de que a la gente le gustan las películas y verlas, de vez en cuando, en un formato grande. Creo que cada cosa tiene su valor y su espacio».

El laberinto atesora cientos de bocetos originales del artista, con personajes que nunca han visto la luz. ¿Veremos filmes inspirados en ellos? «Cuando hago un dibujo —replica Tim Burton— nunca sé si va a acabar siendo una película, pero siempre existe esa posibilidad». ¿La podría protagonizar Johnny Depp? «Sí, por supuesto, en algún momento». El cineasta rechaza destacar un rincón de la exposición. «No puedo porque representa perfectamente mi mente. Ya sabes, abres una puerta y no sabes dónde vas a ir. Sigo sin entenderme a mí mismo», sostiene entre carcajadas. La llegada de la exposición, dicen los responsables de Letsgo, la compañía que desarrolló la idea en colaboración con el director, coincide, como por arte de magia, con la puesta en marcha en la carpa aledaña del musical Charlie y la fábrica de chocolate. Pero, ¿qué es lo que el visitante hallará? Pues un mundo tan familiar como extraño, basado en el rico universo que Burton ha ido creando y recreando en los alrededor de cuarenta años que lleva en el oficio. 200 bocetos, algunos jamás expuestos, animaciones nunca vistas de dibujos que ahora mismo se encuentran en otras muestras a lo largo y ancho del mundo, figuras a tamaño real de los protagonistas de sus películas —por ejemplo, el pingüino al que dio vida Danny de Vito o la reina de corazones de Alicia— y enormes esculturas elaboradas por el taller fallero Santaeulalia, que logró dar vida a monstruos que jamás habían salido de las libretas del creador, son solo algunos de los reclamos de una muestra en la que la ambientación y la banda sonora que Danny Elfman son igual de importantes que los objetos.

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