¿Qué celebran los judíos en tiempos de Navidad? (Crónica) | EL ESPECTADOR

2021-12-27 10:39:20 By : Ms. Claire Liu

Diciembre. Llega el campanazo que en Colombia anuncia la Navidad: “♫¡Navidad! Áaaa-guii-laa Roooo-ja®; ¡Navidad!♫”. El gran clásico; la voz angelical del niño que canta en el comercial de radio más famoso de la temporada. Pero nos hace falta ver más allá de la nariz para saber que no todo el mundo conmemora lo mismo, ni todo el mundo reza novena. Ni todo el mundo hace una expedición al cuarto de Sanalejo para desempolvar el árbol que, decorado, será el celoso guardián de lo regalos.

En el mundo de los dos mil millones de personas que en más de 160 países celebran Navidad, y en el país del Sagrado Corazón de Jesús, la comunidad judía de Bogotá celebra lo que el mundo con frecuencia llama “La Navidad de los Judíos”, y que todos los judíos del planeta observan. No es una Navidad, no gira en torno a Nochebuena ni al Día de Navidad (el 25), en el que típicamente las mamás católicas obligan a los hijos a ir a misa porque “es una fiesta de guardar”. Es una celebración que no conmemora el nacimiento de Jesús (obviamente, por consiguiente, no hay pesebre con oveja caída ni con Niño Dios desportillado). Se llama Hanukkah.

Hanukkah se celebra por espacio de ocho días -con sus noches- entre el día 25 del mes de Kislev (el noveno del calendario judío) y el 1º y el 2 del mes de Tevet. Las fechas varían cada año en el calendario gregoriano: pueden caer entre finales de Noviembre y finales de Diciembre. Esto, porque el calendario hebreo se rige, en lo que a la delimitación de meses respecta, por las fases de la luna: los meses inician el primer día de luna nueva. En novilunio arrancan lo meses de los judíos, cuyos días no empiezan a medianoche, sino al ocaso. Hanukkah 2021 tomó lugar desde el atardecer del domingo 28 de Noviembre, hasta el atardecer del lunes 6 de Diciembre.

Es domingo 28 de Noviembre de 2021 y la comunidad judía de la ciudad se reúne en la esquina suroriental de la 94 con 9º -en la montaña de pasto y la pequeña plaza-, para encender un candelabro gigante: es el primer día de Hanukkah. No es el tradicional candelabro judío de siete de brazos: menorah. Es uno de nueve brazos llamado hanukkiah exclusivo para la celebración de Hanukkah: la también llamada Fiesta de las Luces. Hay niños por todas partes. Llevan consigo cajas y cajas de Donut Factory®. Qué antojo.

Preside el encuentro el Rabino Alfredo Goldschmidt, un argentino de 76 años que lleva casi 50 siendo uno de los dirigentes de la comunidad judía en Colombia; en 1991 fue oficialmente proclamado “rabino en jefe” por el gobierno. Canta y toca un acordeón a piano Hohner® haciendo que el ambiente tenga el bello cariz que sólo la música puede dar. El Rabino Alfredo es un verified artist en Spotify, donde tiene publicada música folclórica judía en hebreo, yiddish, español, ladino e inglés, entre otros. No es posible distinguir en la primera noche de Hanukkah si sus ojos son azules o verdes. Lo que sí, son profundos. Inspiran bondad.

Familias aquí y allá. De repente, como iluminado por una luz cenital que cae de un repentino destello áureo del cielo, todo lo que para un rincón existe -un rincón insuflado de tradición, de precepto- es Itzhak, un hermoso niño rubio de tres años a quien un hombre mayor de barba canosa larga, camisa blanca, sombrero negro de ala ancha y traje de paño negro, le corta un mechón de pelo: ha llegado para Itzhak Chalakeh, el momento en que por primera vez en su vida recibe un corte de pelo como símbolo de la iniciación en mitzvot, es decir en el aprendizaje y práctica de los preceptos de la Torá, el compendio de doctrinas y preceptos del Judaísmo. El corazón de la devoción judía. Se considera que creció, habla, y, por tanto, está listo. Este relato dará cuenta de la celebración de Hanukkah en casa de Itzhak; en casa de la familia Chabube.

Paréntesis: el hombre que tijeretea el inmaculado pelo rubio de Itzhak es el Rabino Yerushalmi, un israelí que vive hace 33 años en Colombia y que ejerce un rol importantísimo: es el encargado del sacrificio animal que provee los cárnicos a la comunidad judía en Bogotá, pues éstos, para cumplir con los preceptos de la kashrut -que rige lo que es permitido y no permitido comer en el Judaísmo-, deben cumplir con condiciones de origen y composición específica a nivel de ingredientes para ser catalogados como kosher: aptos para el consumo de los judíos. El Rabino Yerushalmi hace el sacrificio con sus propias manos en un contexto de rito sagrado que tiene lugar en el Frigorífico Ble de Bogotá (Avenida Cali con 15A). Sacrificio que por mandato de la Torá jamás incluye carne porcina.

Hanukkah en casa de tres familias judías. Hanukkah en la sinagoga. Bienvenidos.

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Las Puertas: el Rabino Alfredo y el Rabino Yerushalmi

Me permito hablar en primera persona en este relato, porque tuve la fortuna de ser invitada por la comunidad judía a celebrar Hanukkah en diferentes espacios y esta crónica se basa en gran parte en la experiencia que como invitada viví. Todo, gracias al Rabino Alfredo y al Rabino Yerushalmi.

Inicialmente pasé por la Sinagoga de la 94 con 9º durante dos viernes intentando ‘interceptar’ al Rabino Alfredo. Me fue permitido dejarle una notica en portería solicitándole una conversación. Le dieron la razón, y autorizó se me diera su correo electrónico. Siendo adolescente, cuando no tenía ni idea que un día sería periodista, me concedió una entrevista. Así que le mandé un e-mail presentándome y proponiéndole esta crónica. Me respondió el 24 de Noviembre:

Con mucho gusto nos podemos entrevistar. Te propongo que organices un Zoom para el viernes 26 de noviembre 8:30 am y me envías el código. Será un placer reconectarnos.

Y ahí estaba yo ese día entrevistándome con él por Zoom como si el Rabino fuera mi amiga bogotana que está viviendo en Londres.

Al Rabino Yerushalmi lo abordé en el encendido al aire libre de la hanukkiah aquel domingo. Me conectó con la familia Guterman, que me recibió el 30 de Noviembre. Me conectó, también, con el jefe de seguridad de la Sinagoga Sefaradí de la 79 con 9º y así entonces pasé la celebración de cierre de Hanukkah 2021 entre familias judías y misterios sagrados detrás de una cortina de terciopelo.

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Dos milagros, un templo profanado y una heroína

“Hola, ¿cómo estás? Disculpa, te saludo desde acá; no toco mujeres”. Así me recibió Abraham Guterman en su casa para pasar con su familia la tercera noche de Hanukkah. Por precepto, evita tener contacto físico con mujeres que no son cercanas, ni parte de su familia. Yo tenía un vaso de Coca-Cola® en la mano que me acababan de ofrecer en casa Gutterman, entonces el saludo se prefiguró distante. Abraham, amabilísimo, me contó la historia de Hanukkah, que permite entender qué es lo que exactamente se celebra.

Así también lo hizo Julio César Gaviria -amabilísimo también-, un judío converso que también me invitó a su casa a pasar en familia el quinto día de Hanukkah. Un hombre que lleva muchos años sintiendo el llamado a una vocación judía y que tiene un conocimiento amplísimo de la doctrina resultado de estudio juicioso y denodado.

Corría el año 167 AEC (abreviación de Antes de la Era Común, designación alternativa al Antes de Cristo del Calendario Gregoriano) y el pueblo judío, (y con él la tierra de Israel), estaba subyugado por un grupo de griegos sirios: los seléusicos. Entonces, los judíos, liderados por el sumo sacerdote Mattityahu ben Yohanan y sus hijos, se organizaron militarmente para constituir el célebre movimiento judío de liberación: Los Macabeos. En concreto, el líder militar de la primera fase de la sublevación fue Judas Macabeo, el hijo mayor de Mattityahu. Se planeó entonces la defensa en contra de los griegos. Eran un ejército pequeño y débil, y los griegos, un gran ejército imperial. Ganaron los Macabeos: primer milagro.

El Beit Hamikdash, el gran Templo de Jerusalem, a merced de los griegos, había sido profanado: llevaron ídolos, lo impurificaron. Se construyó un altar a Zeus adentro, se ordenó incluso sacrificar cerdos en el altar. Es éste, el templo, el centro de la celebración de Hanukkah: se festeja que fue recuperado y re-dedicado a la práctica judía de adoración a Dios. De ahí el significado de la palabra Hanukkah: dedicación, consagración.

Una vez ganada la guerra, iniciaron el proceso de restauración del templo. Buscaron revivir los preceptos, y, con ellos, uno de los más importantes: encender la menorah de siete brazos. La menorah se debía encender todos los días sirviéndose de aceite de oliva puro. El templo, hecho un desastre, no tenía suficientes provisiones de aceite de oliva puro. Lo que se encontró fue un tarro pequeño que sólo alcanzaría para el encendido de un día. Sin embargo, esa pequeña cantidad de aceite alcanzó para ocho días. Segundo milagro. Milagro que respetuosamente elijo equiparar con el de la multiplicación de los panes y los peces; al fin y al cabo, humanos de distintos credos están leyendo este texto, y por qué no acudir a referentes comunes.

Yehudit fue la valiente hija de Yohanan que cooperó en la gesta de vencer a los griegos, encargándose personalmente de Holofernes, uno de los comandantes del ejército griego. Entró en su tienda con dos ases bajo la manga: quesos muy salados y vino. El comandante comió, y la sal le causó mucha sed, que calmó bebiendo grandes cantidades de vino. Borracho, dormido, terminó decapitado por Yehudit, quien se llevó su cabeza como precio. Los hombres de Holofernes, horrorizados de ver el cuerpo sin cabeza del comandante, huyeron. Yehudit: la heroína.

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Al Rabino Alfredo le pedí me conectara con una familia judía que estuviera dispuesta a recibirme en su celebración de Hanukkah en uno de los 8 días. Él, incluyente siempre, mediador, habitual promotor de encuentros interreligiosos, me mandó el primer día de Hanukkah un e-mail informándome que la familia Gaviria Vaca estaba encantada de recibirme.

La familia caleño-bogotana Gaviria Vaca lleva siguiendo las festividades judías desde hace diez años, y empezó proceso de conversión oficial al judaísmo en agosto del año pasado a través del Centro Israelita de Bogotá, gracias al acompañamiento e instrucción del Rabino Alfredo y su esposa Raquel. Isabel, mamá, preparó toda clase de delicias para compartir esta noche: humus, tomates secos, aceitunas, vino Welch’s® de uva sin alcohol, mini empanadas, mini pitas. ¡Donuts! Los donuts son en sí mismos el tradicional sufganiot judío, y se comen en Hanukkah porque son a base de aceite, por lo cual conmemoran el milagro del pequeño tarro de aceite que alcanzó para encender la menorah durante ocho días.

Salimos a la terraza. Hacemos un rezo. Las niñas de la casa, Elisa (5 años) e Isabel (7), encienden la hannukkiah: primero, la vela del centro -el shammash-, con la que se prenden las velas correspondientes a cada noche. Una vela el primer día, dos el segundo, y así sucesivamente se va agregando una vela cada noche.

Después de la cena, la familia Gaviria Vaca me tiene preparado el tradicional juego de Hanukkah: el dreidel. Se juega con un sevivon, una pirinola en cuyas cuatro caras están escritas cuatro letras hebreas:

Las letras forman un acrónimo de la frase «Nes Gadol Haya Sham», que quiere decir «Un Gran Milagro Sucedió Allí». El dreidel conmemora a los niños judíos que se reunían a estudiar la Torá en tiempos de dominio griego, a pesar de que estaba prohibido por la ley. Si el enemigo estaba cerca, la estrategia era guardar los libros y sacar el sevivon para dar la impresión de que estaban jugando, como subterfugio para despistar al enemigo.

Hay sobre la mesa, al centro, grandes cantidades de Kit Kat®, de barras de Kinder Sorpresa®, y de mini Jumbo Jet®: la bolsa común, el reino del chocolate. Cada jugador, por su parte, tiene un “botín” propio de unas cuantas piezas. El juego consiste en hacer girar el sevivon, que dictará los acontecimientos. En Nun no pasa nada y el jugador no quita ni pone. En Shin, debe poner una de sus propias piezas. En Hay, se lleva la mitad de la bolsa común. En Gimel, se lleva todo. Los jugadores van saliendo en la medida en que se quedan sin nada. Y gana el que quede con más chocolatinas (tradicionalmente monedas de chocolate). Isabel es divina: “Hashem, que me salga Gimel, te lo ruego. ¡Hago lo que tú quieras!”. Le habla a Dios: Ashem es una de las denominaciones de Dios en hebreo.

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Los Milagros, según los niños

Mis otras dos noches de Hanukkah en familia fueron donde la familia Guterman y la familia Chabube, ambas ortodoxas. Niños chiquitos preciosos en ambas familias; niños a los que les pregunté, a propósito del corazón de Hanukkah, es decir la conmemoración prominentemente del milagro del aceite, qué significa un milagro, y que milagro pedirían. La concepción de “milagro” tuvo en los niños también mucho de deseo/sueño; de esos que uno pide se vuelvan realidad.

No encontré anhelos por tener juguetes o por conocer a Peppa Pig y a los perritos de Paw Patrol. Las respuestas me enternecieron y me deslumbraron. Desde el lugar más honesto que puedo encontrar, diré que encontré en ellos respuestas que denotan espiritualidad y vivencia de un legado que es noble, dulce, diáfano. Un legado que demuestra que a tan temprana edad ya tienen un conocimiento amplio de los preceptos, la liturgia y las escrituras.

En casa de la familia Guterman -Abraham es colombiano y su esposa René es venezolana-, conocí a Perla (9 años), Sarah (6), Aaron (5), Rachelle (2) y Sofía (10 meses). Asombrosa devoción en estos niños. Los entrevisté y los adoré. Y quedé de volver para jugar con Sarah. Perla anhela conocer a El Mesías, porque “El Mesías es el paraíso y Dios prometió que lo vamos a tener”. Cuando le pregunté a Sarah qué milagro le gustaría que pasara simplemente respondió: “Gracias por todo, gracias por mi familia, gracias por darnos la Torá”. Luego sonrió y dijo “bueno, me gustaría conocer al Rey David”. Aaron, tímido, eligió no responder.

La familia Chabube fue fundada por Deborah -la madre-, nacida en Chile (de padres argentinos) y Jonathan -el padre-, argentino. Emigraron a Israel y todos sus hijos allí nacieron. En casa Chabube se habla casi todo el tiempo hebreo. Pasé con ellos la última noche de Hanukkah, y todo cuanto puedo decir es que me sentí en Israel: tradición, pureza. Los niños Chabube son: Orel (11), Hadas (8) Yosef (6) y el pequeño Itzhak (3). El milagro que Yosef pidió es: “que nunca nadie esté enfermo”. Hadas, la niña de la casa, pidió dos milagros: “que nunca pasen cosas feas y que tenga hijos buenos que se porten bien”. Orel, que definió milagro como “una cosa que normalmente no puede existir y de repente hay una cosa increíble y pasa”, pidió que se construya el tan anhelado Tercer Templo de Jerusalem, objeto habitual de oración de los judíos.

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Sólo cuando Lilo, el jefe de seguridad de la Sinagoga Sefaradí de la 79 con 9º me dijo que se me había autorizado el ingreso a la celebración de cierre de Hanukkah 2021, sentí que este relato podría llamarse completo. La comunidad judía sefaradí de Bogotá cerró Hanukkah con un bingo familiar en el que los protagonistas fueron los niños. Me senté en la mesa del joven rabino David Michaan, con su esposa y sus 3 hijos. Me hicieron sentir como en casa. Comí deditos de queso, brownies, mini donuts y mini pizzas. Compré dos cartones de bingo y una boleta para la rifa de los cuadros que hace Yvette Khoudari. Me encontré con los niños Guterman, que me hicieron feliz porque se acordaban de mí.

¡Concursos!: el primer niño que consiga un billete de otro país; el bebé más pequeño presente (ganó Esther, la hija de 6 meses del rabino David Michaan); la chica que se anime a cantar aleluya; el primer niño que consiga en la cartera de mamá un espejo. Trivia para los niños, que ganaron premios por contestar: ¿Qué significa la palabra Hanukkah? ¿Quién reinaba en la época de Hanukkah? ¿Cómo se llamaba la mujer judía que desafió a los griegos y mató a uno de sus generales? Premios para niños donados por varios miembros de la comunidad: Lego®, maquillaje para niñas, juegos de mesa, Barbie®, carritos.

Certamen de hanukkiahs hechas por los niños: dos de las ganadoras, Vivian Mildenberg, que representó con lindísimos esmaltes de colores los brazos de la hanukkiah que sostienen las velas, y Etty Anchislavsky, que hizo una hanukkiah divina de donuts de verdad.

Y luego, la sinagoga. La Torá permanece en el altar, oculta detrás de una espléndida cortina de terciopelo. Milagro es “una cosa que normalmente no puede existir y de repente hay una cosa increíble y pasa”, dijo Orel. El día empieza, el sol se oculta.