Acostados sobre sábanas tendidas en el piso, protegidos con gorras, sombrillas y sombreros y con dificultades para encontrar un baño público, miles de niños esperaban su turno en las largas filas que rodean al Centro Expositor para obtener la vacuna contra Covid–19.
Este miércoles aumentó significativamente el número de personas para obtener el biológico, las cuales se formaron en hileras que rodean varias veces el recinto y se extienden hasta Casa Puebla.
Quienes se formaron el martes 28 de junio esperaron hasta ocho horas para vacunar a sus hijos, comentó una mujer que viajaba en una vagoneta de la Ruta 70 que lucía repleta en su ascenso por la cara oriente del cerro.
La postal era desquiciante para los padres que acababan de arribar y tuvieron que ausentarse de su trabajo.
Se acercaron con sus niños a la entrada del Centro Expositor, pero ahí les dijeron que aún estaban lejos de encontrar el final de la fila y el principio de una espera cansada de muchas horas para inocular a los menores
En las jardineras del complejo miles de niños jugaban con sus hermanos, primos y conocidos y parecían ajenos a las complicaciones que ellos y sus padres tendrían que sortear.
Una madre tendió cobijas en el piso para que el menor de sus hijos tomara una siesta, debido a que tuvieron que levantarse muy temprano, más que de costumbre, para formarse y ser de los primeros en pasar.
Otros infantes advertían con desesperación a sus padres que tenían necesidad de ir al baño, pero para lograrlo tuvieron que caminar hacia la parte trasera del Auditorio de la Reforma, donde se cobra seis pesos por usar los sanitarios.
Algunos padres prepararon un refrigerio para alimentar a sus hijos durante las horas de espera. Los que no previeron buscaban alimentos con los vendedores de churros, chalupas, cemitas, tacos y hamburguesas.
Otro producto cuya venta tuvo éxito fueron las sombrillas, las cuales los padres adquirieron a precios inusuales para evitar una insolación entre los niños.
Hubo más gente que en otras jornadas, familias enteras acudieron a Los Fuertes de Loreto y Guadalupe: padre, madre, tíos y abuelos, para apartar lugares y hacer descansos por intervalos.
La Brigada Correcaminos parecía no darse abasto para atender a tanta gente. Como podían, los llamados “siervos de la nación” salían del recinto para organizar, llamar personas, vocear y en ocasiones gritar para que escucharan sus indicaciones.
A alguno de estos se le ocurrió grabar el listado de requisitos y repetirlo en una bocina para no hacerlo en vivo constantemente.
Varias patrullas de las policías estatal y municipal daban rondines en la zona, tras el atentado que sufrió un presunto delincuente en el Centro de Salud de Francisco I Madero, hecho en el que dos menores resultaron heridos.
Con preocupación la gente que fue al Centro Expositor comentó y lamentó los hechos, mientras permanecía formada en una jornada que en algunos casos se extendería hasta la noche.
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