Apostar por vivir de forma sostenible

2022-08-08 15:16:25 By : Mr. Warren Huang

La casa TO está ubicada en los jardines de Can Llima, en el Campus Diagonal Besòs de la UPC.

En el actual contexto de emergencia climática, el ecologismo y la sostenibilidad ganan adeptos cada día. Y, como todo, el primer lugar donde se aplican estas ideologías es en casa. Es gracias a estas que las viviendas sostenibles —aquellas que buscan minimizar su impacto sobre el medio ambiente y reducir el consumo energético aprovechando los recursos del entorno y fomentando el reciclaje— han ido ganando popularidad en los últimos años.

En medio de los jardines de Can Llima, en Campus Diagonal Besòs de la UPC, se encuentra la casa TO. Su diseño exterior es simple, principalmente de madera, con placas solares en el techo y grandes ventanales. Los ornamentos no tienen cabida, la funcionalidad es la reina de este cubículo de 140 metros cuadrados. Por dentro es aún más curiosa. En lugar de paredes, las estancias quedan separadas por cortinas y el mobiliario tiene ruedas —incluso la cocina y la bañera—, con el objetivo de ofrecer la mayor libertad posible.

En un principio, la casa no fue diseñada como un recinto habitable, sino como un espacio didáctico. “Queríamos crear un espacio de aprendizaje a partir del cual se podían coger unas directrices sostenibles para luego aplicarlas en tu casa”, explica Clara Alsedà, exestudiante de arquitectura de la UPC y una de las creadores de la vivienda. Sin embargo, el habitáculo aspiró a convertirse en algo más cuando cinco estudiantes del máster de la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura del Vallès (ETSAV), movidos por la curiosidad, decidieron comprobar si el prototipo sería habitable viviendo allí durante 6 meses.

Durante su estancia, ahora ya finalizada, el principal reto fue adaptarse a las peculiaridades de la vivienda. Subir o bajar la temperatura dejó de ser cuestión de pulsar un botón, y ducharse ya no consistía simplemente en abrir el grifo y esperar a que saliera el agua. La gran apuesta de la casa es responsabilizar a los habitantes y obligarlos a llevar a cabo todas estas tareas. Esto les fuerza a ser usuarios activos que dediquen mucho tiempo a hacer todo lo que la vivienda no hace por ellos. “Si el habitante no tiene un cambio de mentalidad para vivir de forma más sostenible, no tiene sentido construir estas casas”, sostiene Alsedà.

La casa TO recoge todo tipo de medidas sostenibles para reducir el impacto en el medioambiente.

De entre las medidas sostenibles, la más notable es el sistema de aguas que las separa entre potable, pluvial y grises —las que provienen de uso doméstico—, y permite reutilizarlas gracias al suelo drenante de la zona de aseo. Esta clasificación permite ser mucho más eficiente a la hora de gastar agua en función de la tarea que se vaya a desempeñar. Así, los diferentes tipos de agua se pueden tratar de forma individualizada y ahorrar recursos. Si esto se aplicara en todas las casas, uno de los beneficiados sería el inodoro. “Al tirar de la cadena se usan 8 litros de agua potable, cuesta muchísimo limpiar esta agua y la perdemos en un instante. Separando las aguas se podrían reutilizar las aguas grises para tirar de la cadena”, expone Alsedà. Otro beneficio de este modelo es que obliga al usuario a ser mucho más consciente con el uso que le da al agua y lo que cuesta tratarla.

Con todo, el mecanismo más interesante para reducir el consumo hídrico se encuentra en el baño. Para ducharse, los habitantes deben llenar un cubo de agua con agua del grifo para luego bombearla mecánicamente con un pedal. “Llenar el cubo es una medida muy gráfica y visual para ver cuánta agua gastas. Y sirve para que, al día siguiente, gastes menos”, observa Macías. “Tenemos comprobado que una persona se aseaba con el agua equivalente a llenar tan solo cuatro envases grandes de yogur griego”.

La casa vista por fuera

Aunque los jóvenes aseguran haberlo disfrutado, admiten que pedalear para ducharse es un elemento que difícilmente tendría cabida en un piso. “Funciona muy bien cuando vienen escuelas porque los niños así entienden cómo el agua llega a su casa a través de una bomba. Pero convivir con esto representa un gran esfuerzo que puede ser innecesario”, coincide Alsedà. Como contrapropuesta, los jóvenes plantean que instalar un contador que indique cuánta agua se ha gastado durante la ducha sería mucho más factible.

Con todo, la apuesta más fuerte del proyecto es la gestión de la temperatura. Hoy en día, los métodos de climatización activos (aire acondicionado y calefacción) parecen la única forma de conseguir un confort térmico absoluto. Sin embargo, los habitantes de la casa TO aseguran haber tenido siempre unas temperaturas razonables aun sin ellos. “Se pueden alcanzar niveles de confort térmicos casi absoluto, sin métodos activos, si la casa se gestiona correctamente”, explica Alsedà. Es por eso que, a excepción de un suelo radiante en la zona central, la vivienda depende exclusivamente de métodos pasivos.

El primero de ellos es la cubierta verde del techo, que sirve de escudo ante el calor y la radiación solar. “Es como un sombrero en verano y como un gorrito en invierno”, explica Macías. En segundo término está el conjunto de filtros (ventanas, cortinas y persianas) que aíslan o mantienen la temperatura, en función de la necesidad del momento.

“Hay una protección solar que se abre en invierno para que entre más luz y calor, y se cierra en verano para mantener el interior más fresco. Luego hay secciones de la casa que tienen cortinas que, por un lado, son reflectantes y, por otro, aislantes. En verano, el calor se mantiene fuera poniendo el lado reflectante hacia el exterior y, en invierno se mantiene el calor dentro y el frío afuera girando la cortina”. Todo esto propicia el nomadismo: en invierno interesa dormir en la fachada sur —que da al Sol y está más caliente—, mientras que en verano es mejor la fachada norte —que es más fresca—.

Adaptarse a este sistema ha sido lo más complejo. “En una casa donde no está todo automatizado tienes que entender cómo funciona mejor”, explica Martí i Morro. “Hasta principios de julio no nos dimos cuenta de que cerrando a las 10 h de la mañana y manteniéndola así durante las horas de Sol conseguimos estar mucho más fresquitos”.

Aunque en general valoran muy positivamente su estancia, destacan que la cantidad de tiempo que requieren las tareas cotidianas ha complicado su día a día. “Falta tiempo. El tiempo que dedicas a gestionar el agua y los residuos no lo puedes dedicar a otras cosas”, asegura Macías. “Aquí el usuario es el motor, y esto implica un esfuerzo de tiempo”, corrobora Martí i Morro. Según los jóvenes, este es el aspecto principal que podría dificultar que en un futuro este modelo sea el común entre las viviendas. “Tenemos que estudiar cuánto tiempo cuesta que lo haga una máquina y cuánto tiempo cuesta que lo haga el usuario, y luego ver si realmente compensa o no”.

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