Alejandra Pizarnik o la belleza desde la noche de una poeta de culto cada vez más conocida - WMagazín

2022-10-01 14:27:16 By : Ms. Cindy Kong

Alejandra Pizarnik o la belleza desde la noche de una poeta de culto cada vez más conocida

Detalle de la portada del libro ‘Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito’ (Lumen). /WMagazín

Se cumplen 50 años de la muerte de la gran escritora argentina (25 de septiembe de 1972). Misterio, asombro, sentidos y oscuridad de poemas como relámpagos. Recuperamos lo que han dicho de ella varios autores y recordamos algunos poemas

La voz de Alejandra Pizarnik es como un eco que aumenta al chocar con una roca donde estalla para revotar lento en otras y de estas a otras, y de esas a otras, y así… Cincuenta años después de su suicidio, el 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, el interés por su obra poética, sobre todo, y narrativa y ensayística empieza a dejar los lugares del culto minoritario para aumentar no solo su presencia entre los lectores de su generación y siguientes, sino en los más jóvenes.

La poesía que tiende a la brevedad de esta escritora argentina es un recorrido por la belleza y los temblores y dudas de la noche del alma y de la vida. Pero también de luminosidades y afectos reflejados en sus diarios, cartas, apuntes y dibujos. Viajes por las estaciones de un dolor transformado en versos y frases en los que suele anidar, muda, la espera; como si Pizarnik dijera Qué es el dolor sino la espera de que algo anhelado suceda y pase, y, tal vez, se aleje. El enigma mismo.

Su obra son imágenes y sentidos nacidos de una orfandad existencial y emocional. La atracción de un misterio reconocido y comprendido convertido en una literatura que no acaba porque cada última palabra que cada verso o poema estalla en relámpagos que iluminan otras sombras.

Una literatura de binomios, como su vida, oscilante como el péndulo de un reloj: presente-recuerdo, sueño-realidad, sentidos-razón, noche-luz, estar-desaparecer, amor-muerte, naufragio-muelle y puerto seguro. Los temas de sus diarios son la infancia, el origen, la familia, el idioma, la sexualidad, la muerte, la soledad, el amor…

Varios son los escritores, críticos y especialistas admiradores de su obra que han tratado de descifrar su enigma, y en esa tarea aumentan la leyenda con más enigmas:

Entre las obras de Alejandra Pizarnik estaan Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de locura (1968), El infierno musical (1971) y su libro en prosa La condesa sangrienta (1971), sobre Elisabeth Báthory, la aristócrata húngara que mató a 650 jóvenes para bañarse en su sangre porque, según la leyenda, le daría belleza y eterna juventud. Toda su obra:

Su nombre completo es Flora Alejandra Pizarnik.  Nació en Avellaneda (Argentina) el 29 de abril 1936 y  se suicidó en Buenos Aires el 25 de septiembre de 1972. Sus padres eran inmigrantes rusos de origen judío que al llegar a Argentina perdieron el apellido real de Pozharnik que  pasó a ser Pizarnik. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, y pintura con Juan Batlle Planas y periodismo. Vivió en París entre 1960 y 1964 donde trabajó para algunas editoriales, revistas y periódicos. En La Sorbona estudió Historia de la Religión y Literatura francesa.

Las reediciones de su obra y nuevos ensayos y trabajos alrededor de su figura han aumentado en los último años. En 2021 se publicó Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces (Huso), un volumen que reúne las voces de 85 escritoras de 15 países con el cual se conmemoró el que hubiera sido su 85 cumpleaños; y en 2022 salió Biografía de un mito, de Cristina Piña y Patricia Venti (Lumen).

La siguiente es una selección de sus poemas:

LA TIERRA MÁS AJENA

Días contra el sueño

No querer blancos rodando en planta movible. No querer voces robando semillosas arqueada aéreas. No querer vivir mil oxígenos nimias cruzadas al cielo. No querer trasladar mi curva sin encerar la hoja actual. No querer vencer al imán la alpargata se deshilacha. No querer tocar abstractos llegar a mi último pelo marrón. No querer vencer colas blandas los árboles sitúan las hojas. No querer traer sin caos portátiles vocablos.

mis alas? dos pétalos podridos

mi razón? copitas de vino agrio

mi vida? vacío bien pensado

mi cuerpo? un tajo en la silla

mi vaivén? un gong infantil

mi rostro? un cero disimulado

mis ojos? ah! trozos de infinito

UN SIGNO EN TU SOMBRA

Mi amor se amplía. Es un paracaídas perfecto. Es un clic que se exhala y su pecho se hace inmenso. Mi amor no ruge no clama no ruega no ríe. Su cuerpo es un ojo. Su piel es un mapamundi. Mis palabras perforan la última señal de su nombre. Mis besos son anguilas que él se ufana en dejar resbalar. Mis caricias un chorro reminiscente de música sobre fuentes de Roma. Nadie pudo huir aún de su territorio anímico. No hay rutas ni pliegues ni insectos. Todo es tan terso que mis lágrimas se sublevan. Mi creación es una mojigatería junto a su rubio carromato. En estos momentos el tintero alza vuelo y enfila hacia linderos inacabables de mosquitos haciendo el amor. Suena el fatídico sonido. Ya no vuelo. Es mi amor que se amplía.

Más allá del olvido

alguna vez de un costado de la luna verás caer los besos que brillan en mí las sombras sonreirán altivas luciendo el secreto que gime vagando vendrán las hojas impávidas que algún día fueron lo que mis ojos vendrán las mustias fragancias que innatas descendieron del alado son vendrán las rojas alegrías que burbujean intensas en el sol que redondea las armonías equidistantes en el humo danzante de la pipa de mi amor

La de los ojos abiertos

la vida juega en la plaza con el ser que nunca fui

baila pensamiento en la cuerda de mi sonrisa

y todos dicen que esto pasó y es

va pasando va pasando mi corazón abre la ventana

mi vida mi sola y aterida sangre percute en el mundo

pero quiero saberme viva pero no quiero hablar de la muerte ni de sus extrañas manos.

Del otro lado de la noche la espera su nombre, su subrepticio anhelo de vivir, ¡del otro lado de la noche!

Algo llora en el aire, los sonidos diseñan el alba.

Ella piensa en la eternidad.

Afuera hay sol. No es más que un sol pero los hombres lo miran y después cantan.

Yo no sé del sol. Yo sé la melodía del ángel y el sermón caliente del último viento. Sé gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre. Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad bailan conmigo. Yo oculto clavos para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol. Yo me visto de cenizas.

Yo no sé de la infancia más que un miedo luminoso y una mano que me arrastra a mi otra orilla.

Mi infancia y su perfume a pájaro acariciado.

En el eco de mis muertes aún hay miedo. ¿Sabes tú del miedo? Sé del miedo cuando digo mi nombre. Es el miedo, el miedo con sombrero negro escondiendo ratas en mi sangre, o el miedo con labio muertos bebiendo mis deseos. Sí. En el eco de mis muertes aún hay miedo.

Poco sé de la noche pero la noche parece saber de mí, y más aún, me asiste como si me quisiera, me cubre la conciencia con sus estrellas.

Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte. Tal vez la noche es nada y las conjeturas sobre ella nada y los seres que la viven nada. Tal vez las palabras sean lo único que existe en el enorme vacío de los siglos que nos arañan el alma con sus recuerdos.

Pero la noche ha de conocer la miseria que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas. Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.

Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos. Su lágrima inmensa delira y grita que algo se fue para siempre.

Alguna vez volveremos a ser.

He dado el salto de mi al alba

He dado el salto de mí al alba. He dejado mi cuerpo junto a la luz y he cantado la tristeza de lo que nace.

has construido tu casa has emplumado tus pájaros has golpeado al viento con tus propios huesos

has terminado sola lo que nadie comenzó

Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.

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