Tantas veces me mataron - Caras y Caretas

2021-12-27 10:40:12 By : Mr. Jason Zhang

A la vuelta del abismo, el hombre que impulsó una revolución cultural en el fútbol, habló en espacio de ideas y reflexión sobre la Cultura Nacional, los procesos de trabajo, la grieta en la sociedad, el discurso de odio, las ollas populares, el hambre, la vida y la muerte, el amor y la memoria.

Las máquinas, tubos y respiradores casi no podían mantenerlo con vida. Un hilito imperceptible y obstinado lo sostenía de este lado de la existencia, resistiendo. El personal del CTI, médicos, enfermeras y técnicos, tuvieron un rol determinante. Fueron semanas trágicas para su familia, amigos y seres queridos que lo cuidaron y amaron con caricias, ruegos y palabras susurradas al oído pidiéndole que no se rindiera. Ricardo dice que no se podía ir de esta tierra sin antes despedirse de la gente que ama. Hoy valora cada minuto del día y no desperdicia tiempo en lo que considera no vale la pena. Evita los grandes espacios, prefiere ir a encuentros con poca gente, en cafés o ambientes pequeños donde puede escuchar y guardar silencio mientras observa y disfruta los colores, sonidos y matices del día. Salió distinto aunque igualito en sus convicciones profundas. Agradece todo el tiempo, particularmente a su esposa Pierana y a todo el personal que lo mantuvo con vida y lo trajo de nuevo a casa. Escucha más música que antes, quiere leer aún más que siempre, disfruta cada risa junto a sus catorce nietas y nietos y le desvela imaginar cómo será el mundo cuando él ya no esté. Le duele la hostilidad del discurso del odio, el desprecio por el que piensa distinto y lamenta profundamente cuando escucha hablar de «tus muertos y mis muertos». Alarcón sostiene que la única forma de construir una sociedad sana es con justicia y comprendiendo que los muertos «son todos nuestros». Dice que revolucionarios auténticos como Ernesto Che Guevara, «hay muy poquitos» pero que está «lleno de camisetas» y eso «es puro marketing» para la tribuna y la política. Soñó un cambio revolucionario cuando impulsó la Cultura Nacional. Habló de procesos a largo plazo y la necesidad de trasformar la lógica del «ganar o ganar» a cualquier precio. Convenció a los líderes de la barra brava de su club de que se debían incorporar a esa nueva forma de actuar y pensar y les invitó a trabajar en las obras del club. Gestionó asados de camaradería con los dirigentes de todos los equipos antes de la disputa de los partidos del fin de semana. Entendió -antes que casi todos- que Óscar Washington Tabárez estaba liderando otro cambio cultural histórico en el fútbol y cuando el ecosistema del fútbol comenzaba a dinamitar el camino del maestro pensó en llevarlo a Nacional. Una mañana preciosa, de esas que le inspiran a decir «gracias a la vida», compartió un café cargado de felicidad, en el encantador espacio de la librería Escaramuza. Allí, entre charlas, risas y emociones, le pidieron fotos, lo abrazaron y le agradecieron tantas cosas. Hasta un niño se le arrimó y le dijo «gracias Papá Noel por los regalos que me vas a traer».

Ayer me fui al CTI a agradecerle a la gente que me salvó la vida. Son mi nueva familia y nuevos amigos. Hoy cuando me levanté me dolían todos los huesos. Me quedaron huellas de los abrazos porque tengo aún cierta debilidad. Y los apretones de ayer con todos ellos fueron muy intensos.

Volví porque son amigos, son familia, quise ir a ver a los amigos y la familia, porque después de haber estado un mes compartiendo con ellos mi vida al extremo, y saber que estuve tan arropado, tan cuidado, ellos pasaron a ser parte de mi círculo más íntimo.

Yo creo que los dolores del alma, porque en mi caso no tuve muchos dolores físicos. Y de ahí salís distinto, sentís un cambio fuerte y profundo después que ves dónde estuviste. Comprendes que la vida sigue, que mientras vos estás tratando de aferrarte a la vida para no morir la gente siguió viniendo acá a tomar cafés, a soñar proyectos, que mis nietas y nietos estudiaron, jugaron, corrieron, se cayeron y levantaron, lloraron y rieron y siguieron creciendo. También fui percibiendo la angustia de mi señora por no saber qué pasaba, la de mis hijos, mis amigos y después fue muy fuerte enterarme de tanta gente de distintas creencias y procedencias que había orado por mí. Hoy la gente me para por la calle y me cuenta que me escribió cartitas, que rezó. Gente que nunca había conocido. Anónimos para mi historia y que se transformaron en seres queridos. Son muchas emociones juntas que por momentos no sé bien cómo manejar. No sé qué decirles más que gracias. Me emocionan porque son gente que tiene sus propios problemas y angustias y también estuvieron pendientes de mí y me desearon lo  mejor para poder seguir viviendo. A veces me quedo en silencio, me emociono y no me salen las palabras.

Nosotros comenzamos con la Cultura Nacional antes que el proceso del maestro Tabárez, pero lo que él hizo fue enorme, de reconocimiento mundial. Lo de Tabárez fue -insisto- algo que fue reconocido en el mundo entero. Nosotros lo que hicimos fue tratar de desterrar determinados conceptos que estaban y están profundamente arraigados en el fútbol. Y quisimos luchar contra eso. Primero nos preguntamos qué es el fútbol para la gente de nuestro país. Hay muchas formas de verlo. Si es un deporte, un medio para el desarrollo personal de determinadas personas, la fuente de recursos y de ingresos de gente muy poderosa, un lugar donde la furia humana se exacerba en apenas dos horas y a veces rompe barreras de la convivencia sana que debe de haber entre los seres humanos o una pasión, o el lugar donde la gente va para divertirse y pasarla bien. Lo primero era definir lo que entendíamos era el fútbol. Personalmente creo que es una excusa para que la gente sea feliz. Entonces es inadmisible que el fútbol esté rodeado de violencia y situaciones incómodas. No se puede congeniar eso. Otro aspecto fue el del respeto elemental por la gente que trabaja allí. Llegamos a un club con una profunda crisis económica y financiera, donde los salarios no se pagaban o a la gente le costaba cobrar. Yo soy de una familia de condición muy humilde, tuve la suerte de poderme abrir paso en la vida y tener una vida muy fecunda en afectos. Y aprendí que si quería que me respetaran, tenía que empezar respetando a los demás. Entonces había que pagar los salarios, respetar y honrar las deudas y las obligaciones que tenía la institución. Y para hacer todo eso teníamos que cambiar el clima, pasar de la desconfianza a la credibilidad. Hablamos con los jugadores y con todos los acreedores. Y les pedimos plazo y nos lo dieron. Y cumplimos. Y así empezamos a reordenar al club económica y financieramente. Después apuntamos al sentido de pertenencia y a nuestra historia, a las raíces. Y le explicamos a la gente que Nacional es mucho más que un club de fútbol. Y hablamos de los niños y que si pensábamos como institución educativa, con las cifras que teníamos que mostraban que solamente llegaba 1 de 100 niños a ser profesional, entonces éramos un fracaso, un desastre. Entonces teníamos que cambiar la cabeza. Y apostamos a enseñarles cosas y no solo a ganar. Y aprendieron a dominar la pelota, a cabecear, pero sobre todo, a dominar la cabeza, a pensar. Y hablamos con las autoridades públicas de la época para formar un liceo en Nacional. Porque el fútbol tiene una responsabilidad social muy grande. Recordemos que hay muchas familias que ven el fútbol y a su hijo como una salvación. Y en consecuencia, aparecen en el entorno del barrio personajes nefastos, salvajes, que desarrollan una especie de ‘trata de blancos’, que la gente no percibe. Lo ve como un intermediario con el futuro mágico de la salvación y no se dan cuenta que terminan siendo rehenes de situaciones terribles. Nosotros sabíamos que teníamos que cambiar eso y creamos lo que se llamó la Cultura Nacional, tratar de explicarle a gente que ese ideal que imaginan es muy difícil y en casi todos los casos, imposible. Por ello, arriba del escudo de Nacional había un libro abierto, como una casita y ese era el logotipo de la Cultura Nacional. No lo establecimos con palabras ni con teorías. Dejamos que cada uno definiera lo que entendía era la Cultura Nacional. Después le dimos trabajo a la gente de la barra brava para sacarlos de la calle, del entorno. Les dijimos que agarraran una carretilla y nos ayudaran a levantar la tribuna.

Sí, tuvimos ciertas dificultades porque algunos no querían. Unos directamente no vinieron a trabajar. Otros lo hicieron sin ningún inconveniente y fueron muy valiosos en ese proceso. Y también hubo algunos casos de barras que en principio aceptaron, vinieron y fallaron. Nos faltaron materiales. Algunos compañeros de la directiva nos cuestionaron -de buena fe- que era mucho más barato contratar una empresa constructora que poner en el BPS y pagarle a los muchachos de la barra brava y tenerlos adentro. Tuvimos que explicarles otras cosas que no pasaban por los números. Muchos lo entendieron, otros no. Y ahí terminé de entender que si querés hacer cambios, lo primero que tenés que cambiar es la cabeza.

Yo te diría que la gente nunca dejó de valorarlo porque con mi señora caminamos por la calle la gente viene, me abraza, me saluda. Incluso creo que la mayoría ni siquiera son de Nacional y me lo dicen. Eso no me gusta porque es como que faltó algo, si me lo tenés que aclarar como algo distinto, que no sos de tal cuadro, entonces algo faltó para que efectivamente hubiera un cambio de cabeza. «Lo admiro pero mire que no soy de Nacional», es como que no me cierra. Ese «pero» no debería estar. Y yendo al fondo de la pregunta, faltaron dirigentes y técnicos que lo entendieran. Los cambios hay que derramarlos hacia todos los espacios de la institución. Y nos faltó. Hubo técnicos nos decían que algunas madres y padres les gritaban que no querían que su hijo estudiara sino que llegara a ser profesional. Terrible. Y los técnicos querían salir campeones en todas las formativas. Era lo que los obsesionaba. Yo les intenté explicar que mientras fuera presidente, les iba a exigir resultados pero no solo eso, sino que también los íbamos a evaluar por la gente salvada desde el punto de vista humano, no por un pase al exterior, sino por la salvación humana, para que los padres no perdieran a sus hijos en manos de los representantes. Que es una forma metafórica y no legal de perder la Patria Potestad sobre sus hijos. Que valga más para sus hijos lo que dice un representante que lo  que piensa y recomienda su mamá o papá. Y muchos dirigentes tampoco entendieron que la Cultura Nacional no podía quedar encerrada en nuestro club. Por eso los asados con los otros equipos antes de los partidos. Pero después nos dimos cuenta que eso pasaba entre Nacional y el rival de turno. Pero no sucedía entre los otros equipos. Algo faltó ahí explicar y entender del mensaje. Y no culpo a los demás, porque seguramente fuimos nosotros quienes no supimos explicarlo.

Tabárez logró algo que fue espectacular, que las banderas se volvieran a juntar en la misma tribuna, sin violencia. Sin que viéramos al otro como enemigo. Eso logró Tabárez. Tremendo. Cada uno con sus banderas y no pasa nada. Algo de eso pasaba en las campañas electorales acá en nuestro país, militantes de distintos partidos con sus banderas en una misma esquina y se comparten agua o hielo si hace mucho calor, se ayudan a armar los puestos y en general no hay dramas. Ese espíritu sano el maestro logró trasladarlo a los partidos de la selección nacional. Tabárez logró que los hinchas de Nacional, de Peñarol y de todos los clubes se pudieran abrazar. Metafóricamente, «bajaron las armas». Eso lo vi en el Mundial de Sudáfrica. Fue muy

emocionante haberlo vivido tan lejos de nuestro país.

Por supuesto. Tenía por un lado un sentimiento -que no me gusta- de cierta vanidad de decir que nosotros habíamos comenzado a trabajar en esa dirección un poco antes, pero lo más importante fue la sensación de agradecimiento, porque no importa quién descubrió América, lo fundamental es que rompamos las grietas.

Es un tema complejo. Vamos a diferenciar: una cosa son tus principios, tu ideología y otra cosa es encontrar a quién te represente. Son cosas distintas.

Por supuesto. Yo creo que no debemos hablar de tus muertos y mis muertos porque los muertos son de todos. Deberíamos hablar de nuestros muertos. Y eso es algo que deberíamos haber aprendido a lo largo de la historia. Yo fui militante desde muy joven en el liceo Miranda. Y aunque te parezca insólito mi primer gran conflicto fue porque nos querían robar unos puntos en un campeonato de fútbol del liceo (risas). Después mi tarea militante la trasladé a otras causas un poco más profundas, otros terrenos y fui entendiendo lo que era la lucha, la solidaridad, me fui sacando algunas vendas y fui entendiendo cosas que pasaban en el mundo, en otros planos y descubrí la belleza de la vida. En aquellos años, conocí gente y me hice amigos que recuerdo con mucho cariño. Algunos ya no están. Fui compañero en facultad de Hugo De los Santos. Salíamos juntos casi todas las noches, teníamos movilizaciones en 18 de Julio, llovían piedras, gases lacrimógenos y eso para nosotros era la actividad diaria. En lugar de ir a correr todos los días a la rambla nosotros corríamos por 18 de Julio. Creo que no teníamos la dimensión de los riesgos y peligros que estábamos afrontando. Un día no pude ir a la marcha porque me fui al cine con un amigo a ver Un disparo en la sombra, con Peter Sellers. Cuando salimos del cine, había un olor imponente a los gases lacrimógenos. Esa noche hubo una represión feroz. Al otro día de mañana me despertaron con la triste noticia que el día anterior habían matado a uno de nosotros. Para mí fue devastador porque fue la muerte de un amigo muy querido. Y con el paso de los años una y otra vez vuelvo a pensar que pude ser yo. Me salvé porque justo ese día me fui al cine. Pero me pudo tocar a mí y no hubiera tenido a mi amada esposa, ni mis cuatro hijos y catorce nietos. Hoy pienso que los mayores tenemos la responsabilidad de pensar que nuestras decisiones pueden arrastrar a los más jóvenes y ser cuidadosos. Cuando hablamos de la grieta, realmente son pocos los que se tiran al precipicio. La mayoría de los que la promueven lo hacen desde la comodidad de su oficina o teclado. Salvando las distancias, Ernesto Che Guevara hay muy poquitos y hay muchos que se ponen el sombrero y la camiseta del Che. Pero eso es marketing para la tribuna y la política. Pero que se jueguen el pellejo realmente hay muy pocos. Entonces, en lugar de profundizar la grieta, lo que deberíamos intentar hacer es construir una sociedad mejor.

Yo creo que sí lo hay, pero de los dos bandos.

Bueno, hablo de bandos como se dice en el fútbol. Ser del otro cuadro. Si yo digo que soy frenteamplista, una parte de la gente me va a venir a abrazar y me aclarará que me saluda «a pesar de» ser colorado. Y viceversa.

Evidentemente existen dos bandos, lo que ocurre es que deberíamos ser capaces de bajar la pelota y discutir cómo hacemos para lograr una mejor sociedad en materia de educación, trabajo, salud, vivienda, pero sin agresiones. Yo aprendí que con una sonrisa o una canción logro más que ladrando y con cara de perro. Eso es lo que me enseñó la vida. Y también creo que lo que hay realmente es una lucha de poder. Por supuesto que tengo claro que hay agresiones direccionadas contra determinados sectores de la sociedad, como los trabajadores, los sindicatos, las mujeres, las disidencias, pero ojo que también existen para el otro lado. Porque los empresarios también hemos sido estigmatizados. Y no todos los empresarios son jodidos o hambreadores. Hay esquemas que se cayeron cuando el mundo socialista se vino al suelo. Y yo lloré, mucho lloré, pero se cayó. Se hizo mierda. Y hoy soy consciente que mis valores de solidaridad no me los tiró nadie. Por eso me da bronca cuando veo el discurso de odio y las pedradas, vengan de donde vengan. Mis convicciones están intactas, tal vez lo que sucedió es que perdí quienes me representaban. Y eso me angustia.

Siempre fui de izquierda, desde que nací. Luché, estuve preso. Iba a la 30 a ver a Germán Araujo y cuando hizo la huelga de hambre porque le clausuraron La Radio en plena dictadura yo iba a verlo saludar desde el balcón. Una noche después de uno de sus saludos nos llevaron detenidos a la Guardia Metropolitana. Tengo esos recuerdos grabados en la memoria.

Lógico, lo escuchaba todos los días. Un tipo fantástico. Pero las cosas cambiaron y mucho. Ahora son otras lógicas. Y me duele horrible que me quieran engañar. Me calienta más que me decepcione uno de izquierda que los otros, porque de ellos no espero casi nada. Viví muchas cosas. Fui bancario, hice la huelga bancaria, yo estaba ocupando el banco cuando vino el Ejército a desalojarnos. Pero también fui empresario y tuve una empresa con 600 funcionarios. Cuando fui al 1° de mayo de 1983 la gente me miraba como pensando que era un infiltrado, un tira. Me hacían sentir que no debía estar ahí porque era empresario. Pero yo siempre fui el mismo con mis convicciones. Yo no me vendí, sigo pensando lo mismo, pero amo la libertad. Estoy en esa especie de nube. Una de las personas que más he admirado en la vida, fue el general Liber Seregni. Y otra de las personas que admiro hoy es el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, porque nos ha transmitido confianza y paz en una pandemia. Y lo respeto aunque no comparto las posturas políticas de su partido en el Parlamento.

Fui machista con mis hijos y con mis hijas. Ahora mis hijas se divorciaron, se volvieron a casar, tuvieron hijos casadas, hijas no casadas. Tuve que romper todo y adaptarme y entender lo equivocado que estaba.

Ya lo son. Y lo celebro. Lo digo desde el fútbol: no me importa si son de Peñarol, lo que quiero es que sean felices. Esa es la diferencia. Que ellos elijan la manera de ser felices y yo lo acepto. De lo contrario no aprendí nada en la vida. Tienen que ser felices. La vida debería ser más sencilla para todos. Primero todos tendrían que tener la posibilidad de comer y todas las necesidades básicas. Y luego pensar.

Sí, es duro. Me acordé de mi papá y mi mamá. Ellos tuvieron momentos en que no tenían suficiente para que comiéramos todos. Mi mamá iba a vender flores frente al cementerio del Buceo para mantener a cuatro hijos. Eso no lo supe hasta que me lo contaron mis hermanos porque perdí a mi madre cuando yo tenía dos años y medio de vida. Quiero decir, este fenómeno tampoco es nuevo. No es que nunca hubo hambre en nuestro país porque la sociedad uruguaya ya lo vivió. Y con esta pandemia el mundo entero sufrió mucho. Nosotros muchas veces pensamos que somos el centro del mundo y no es así. Yo aprendí en Vietnam que la solidaridad está en su cultura. Lucharon contra los norteamericanos cuando la guerra pero también lucharon durante dos mil años contra los chinos y todos los que quisieron dominarlos. Y ellos con su sentimiento de pertenencia lograron mantener la nacionalidad. Ellos no te estrechan la mano, juntan las suyas y hacen una reverencia. Es su forma de saludarte pero no le dan la mano a todos. Sí la sonrisa y la reverencia.

Hay cierta cuota de vanidad en el hecho de pensar que me van a recordar (risas). Pero pongamos que sí lo harán. Me gustaría que fuera como un buen tipo, alegre, solidario y que anduvo por la vida tratando de hacer reír a los niños con los que me cruzaba en cada esquina o en el supermercado. Pero ojalá me recuerden como un buen tipo. A veces un poco calentón, pero buen tipo (risas).

Bien por el compañero.

Naciomal jamás fue un cuadro…: …………………………’compañero’… papi…

… ¿queremos re-escribir la historia?… Tranquis. ¿El Partido Naciomal?, ¿desde la muerte de Wilson F. Aldunate? menos. Nacio mal. Hágase manya.

Gran persona Don Ricardo Alarcon , dice las cosas sin pelos en la lengua , el mejor Pte. que tuvo Nacional

¿Fue presidente?… ¿con dos quinquenios en contra y con… el…………: 5 a 0 del 2014… ? Entonces amaba al orco

El mejor presidente que tuvo Nacional! Enorme Ricardo ☺️

Estoy en casi todo de acuerdo, pero son muy pocos los patrones que no son explotadores….se puede tener diferencia. Pero tiene todo para cuando muera llegar a decir es tremendo TIPO……

Te digo la verdad, no me cabe un patron que no sea explotador

Otra vendedor de humo. Que se hace el izquierdista para que lo aplaudan.

Fue de izquierda, no leistes que dijo.que era del.Partido Colorado . Dejémonos de pavadas y seamos más tolerantes . Como.Frenteamolista lo aprecio mucho como persona . El.mejor Presidente que tuvo.mi CLUB NACIONAL DE FÚTBOL. Y eso.que dicen que nos comimos tantos goles.y quinquenio, ME RESBALA.

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